El primer lunes de septiembre amaneció tan gris en el Barça como la
mayoría de lunes de las dos últimas temporadas. El KO en Soria no se
esperaba y tiene cuerda para rato: que si el equipo de menor
presupuesto de la Liga derrotó a uno de los millonarios del mundo. Que
si el goleador Mario cobra al año lo que Henry en una semana... y todo
eso. Claro que el Barça defraudó. Estuvo espeso en la creación y ciego
en ataque. Pero no comparto la teoría, casi general por lo visto y oído
en la ciudad, de que está como estaba: camino de otro añito de llanto y
crujir de dientes.
Yo no lo vi tan mal. No estuvo de diez, obviamente. Pero puso
interés en la pelea (más que hace unos meses) y dispuso de ocasiones de
gol sobradas para no haber perdido. Presos del resultado muchos
analistas, un simple 1-1 habría variado sus reflexiones. La que más
ahora, que ninguno de los fichajes son el Deco y el Ronaldinho de la
mejor época. Perfecto. Ni lo son ni lo serán, que aquel Barça no
volverá. Pero de ninguna manera vi un equipo en ruinas y no me cabe
duda de que irá a más. Créanme los navegantes rivales, sobre todo unos
que visten de blanco... No se fíen.